domingo, 10 de marzo de 2013

Después de Benedicto XVI, ¿el fin del mundo?

    Hace un año, buscando unos apuntes, encontré un escrito de mi padre muy interesante. Se trataba de unos comentarios a las profecías de San Malaquías. Los escribió en febrero de 1988. El papel ya estaba amarillento; algunas de las letras se habían perdido o su tinta, adherido a la página anterior. Imaginad... escrito en una máquina de escribir de las de antes, en medio de una pila de documentos enormes, unos sobre otros... pero aún así lo he podido escanear y transcribir.

    Me llamó poderosamente la atención que la mayoría de los que hacen caso a estas profecías, interpretan la parte final de éstas como la destrucción de Roma y, por último, del mundo. En definitiva, que la lista sólo refiera 112 papas (112 lemas que se corresponden con 112 papas, contando desde Celestino II) y siendo Benedicto XVI el último, más unos últimos renglones que hablan de la destrucción de la ciudad de las 7 colinas, sería una alusión al Apocalipsis. Cuando lo escribió, se habían sucedido varios papas cuyos lemas poco o nada tenían que ver con sus apellidos, orígenes o cualquier otra característica típica de la mayoría de estos lemas. Algunos podrían referirse a hechos históricos que efectivamente ocurrieron en el siglo XX, pero por tanto, podrían aplicarse a cualquier papa. Cuando lo escribió, Juan Pablo II llevaba 10 años dirigiendo el Vaticano. Mi padre no sabía que hubo un eclipse solar cuando nació ni podía adivinar -al menos mi padre no- que moriría coincidiendo con otro. Algunos relacionan estos hechos con el lema que le atribuyó, supuestamente, San Malaquías: el trabajo del sol. Y, por último, llegamos a Benedicto XVI: la gloria del olivo. Teniendo en cuenta que hay una rama de olivo en el escudo de los benedictinos, se podría volver a hablar de "acierto" del profeta. Sin embargo, lo que más me sorprendió es que, al poco de empezar a subir secciones de este escrito a mi facebook, pues mi idea era colgarlo todo coincidiendo con los 25 años del mismo -cosa que no pude al final-, Benedicto XVI anunció su dimisión. Aparte de que me pareció una curiosísima coincidencia, me fascinó la idea de que, psicológicamente, para una institución como el Vaticano, estas profecías siguen tienendo mucha fuerza. Crean o no en ellas los obispos que lo dirigen -y especialmente, cada papa-, es posible que hayan tenido miedo de "desafiar al destino" y tomado tal o cual decisión en función de ellas. Precisamente, mi padre se atrevía a plantear que quizá el final de dicha profecía no se refiriera al derrumbe literal de Roma ni el final del mundo, sino un cambio en la forma de nombrar a estos pontífices que "sacudiría" (metafóricamente) los cimientos de esta jerarquía. Él proponía un cambio en el sistema de votación, de modo que se volviera a la elección por concilio, más democrática que la del cónclave secreto, que viene teniendo lugar desde el siglo XI. De hecho, es algo que defienden muchos católicos, incluso sacerdotes. De momento, no parece que esto vaya a suceder pronto, pero resulta llamativo que va a ser la primera vez que se decida un nuevo papa sin haber muerto el anterior, por haber dimitido éste. En cierto modo, podemos considerar esto un hito histórico que "sacude" los cimientos de Roma. Quizá para mejor, como algunos opinan, porque de alguna forma, Benedicto XVI está reconociendo que por mucho poder que le confiera Dios, no puede uno confiarse y creer que trabajará al 100% de por vida. El cargo pontificio deja de ser, por tanto, forzosamente vitalicio.

    Preguntado por varios amigos sobre varios aspectos de este asunto, me decidí a crear un blog para que todo el mundo pueda leer sus interesantes conclusiones, hace 25 años. Analiza tanto la historia del Vaticano en sus últimos 1000 años, como de otras cuestiones de la Historia, que se entrecruzan. Espero que sea para ustedes tan interesante como lo ha sido y, más aún, sigue siendo.